Archivo de May 2012

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May
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21 de Mayo: Lectura en Stanford

Foto de Paola Cortés Rocca

Presentación de Jorge Ruffinelli

Diego Vecchio es argentino porteño, nació en 1969 y se doctoró en la Universidad de Paris 8, donde vive, digo vive en Paris, no en la Universidad. Su primera novela data del año 2000 y se titula Historia Calamitatum. “La historia está mal construida. Después de esfuerzos sobrehumanos por remontar la impetuosa corriente de peripecias que, constantemente, sin darnos un minuto de tregua, encrespan la acción, nos queda una idea vaga, confusa, completamente enmarañada de lo que ocurre, si es que algo ocurre, tras tanto ocurrir. Y lo que es aún peor: el desenlace se desenlaza todo el tiempo. (…) Y no diré nada del estilo (…) ni de las faltas de sintaxis y ortografía; ni de los párrafos escandalosamente robados a otros libros…”

No. No se asusten. Esto que acabo de leer no es mi reseña ni mi apreciación sino parte del prólogo de la novela, primera novela que comienza con una reseña negativa de sí misma, la cual concluye aconsejándole al hipotético lector: “cierre ahora mismo esta pésima novela epistolar». 

Quien supuestamente escribe, en 1999, es Octavia Barros Bales, empleada de la Estafeta de Cartas extraviadas, quien dolosamente robó y abrió un paquete depositado allí desde finales del siglo XVIII conteniendo los originales de la novela. De más está decir que la novela es deliciosamente paródica —parodia de parodias—, y que me divirtió mucho leerla. (Quien habla ahora es Ruffinelli). 57 cartas cruzadas entre personajes cuyos nombres nos anuncian lo absurdo de sus textos: Margarita Teofasia de la Natividad Márquez de Guerrero y Rivadeneira, La Marquesa de Ventorrillo, Melchor Gaspar Baltasar Zárate y Zuriga, etc., etc. Cuando digo parodia de parodia, es porque Borges podía escribir una Historia Universal (de la Infamia) incluyendo a personajes ficticios, pero Historia Calamitatum podía ser considerada una parodia de la parodia borgiana. Parodia de un género: la novela epistolar. Y parodia de un lenguaje y una escritura: la del español del siglo XVIII. Por lo general, si un escritor argentino inventa personajes y los hace pasar por históricos, el fantasma de Borges se aparece, y no desde muy lejos de la Universidad de Paris 8: desde su tumba en Ginebra. Vecchio de todos modos evitó a Borges para su tesis de doctorado: hizo un escape tipo Houdini pero de todos modos cayó en manos de Macedonio Fernández.

Confieso que cuando me dispuse a leer el segundo libro narrativo de Diego Vecchio, titulado Microbios (2006), pensé en usar asépticos guantes de goma y máscara higiénica como las que usan cirujanos y dentistas, pero me arriesgué y aquí estoy, una excepción entre los muchos enfermos terminales del libro. Guido Herzovich, agudo lector de este libro, y a quien consulté a través del Internet, observa que “A esta altura de las cosas la codificación literaria no puede resultar más que en un efecto de anacronismo. Microbios —en su vocabulario, en su puntuación, en sus temas— juega a imitar una literatura antigua, o todavía mejor, vieja. Así como, según Borges, el lenguaje es poesía fósil, los saberes obsoletos ya son literatura. Eso que Microbios recupera para sus fines satíricos es a la vez un estado del lenguaje y un estado del saber científico, que grosso modo podemos identificar con el siglo XIX. Ese lenguaje y ese saber conciernen sobre todo a aquello que el ojo humano no puede ver: allí encuentran su lugar la ciencia y la literatura, y cobran sentido el diagnóstico y la metáfora.”

Los nueve cuentos clínicos del libro hablan, como dice el título, de microbios, y eso me hizo recordar, advertir, darme cuenta que hoy en día los microbios han pasado de moda. Mi médico de cabecera jamás me ha hablado de microbios, aunque alguna vez sí, de virus. El Dr. House tampoco lo ha hecho, en los ocho años que ha durado su atención a nuestro entretenimiento. (Dicho sea de paso, en el episodio de esta noche House se jubila). Felices los años en que todo era microbios y era posible evitarlos lavándose las manos y alejándose de quienes tosen. El libro de Diego nos retrotrae a aquellos felices años en que las personas morían con certidumbre y como un castigo por no haber sido más cuidadosos con la higiene en sus vidas.

Qué decir de Osos (2010), una novela que desde su carátula parece una narración para niños, pero que en verdad no es recomendable para menores de treinta años, a menos que quieras aterrorizarlos por el resto de sus vidas. Acudo otra vez a Guido Herzovich, que hace unas interpretaciones magistrales de estos libros, y quien comienzo a sospechar que es un alter ego del autor. Dice Guido: “en una Buenos Aires asediada por niños que no pueden dormir y madres con los nervios destrozados, Estrella Gutiérrez le compra a su hijo Vladimir un oso de peluche insomne, a quién él mismo deberá atender, acompañar, contar historias hasta caer rendido. Pero algo sale mal. Es el oso el que narra una fábula cruenta sobre ranas que sueltan maldiciones, mosquitos que pican de a miles y ogros que ahuyentan el sueño. El relato lanza a Vladimir a la aventura y decide de antemano la suerte del lector, convertido en un niño insomne en manos de un artefacto defectuoso.”

Hasta ahí Guido. Yo añado que se trata de una novela fascinante, con la fascinación que siente el conejito ante la serpiente que se la va a comer. Este libro me hizo pensar que los cuentos que les hemos hecho a nuestros hijos para ayudarlos a dormir, han surtido efecto, pero muchas veces produciéndoles pesadillas que deberán tratar en innumerables sesiones de terapia sicoanalítica.

Bienvenidas las pesadillas y los insomnios, si vienen de la mano de libros tan bien escritos como los de Diego. Ahora también me entero de que Diego busca otros temas —sean pesadillas o sueños— entre indígenas del Cañón del Colorado. Pero eso queda en su mano comentarlo, si lo desea.

Lectura con Alejandro Zambra y Guadalupe Nettel. Presentación de Jorge Ruffinelli. Organizada por Héctor Hoyos.

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May
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May 21rst: Stanford




Autor/Auteur

DIEGO VECCHIO, Buenos Aires, 1969. Reside en Paris desde 1992.

Publicó "Historia calamitatum" (Buenos Aires, Paradiso, 2000), "Egocidio: Macedonio Fernández y la liquidación del yo" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2003), "Microbios" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2006) y "Osos" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2010).

Contacto: dievecchio@gmail.com

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