Archivo de abril 2013

23
Abr
13

23 avril: mœurs et coutumes sauvages (le mariage)

Pierre et gilles

 

22
Abr
13

21 de abril: les clowns et les dieux

Durante la Danza de los Frijoles, que tiene lugar en Hasuwawa, dos días antes del equinoccio de primavera, los miembros del clan del Antílope suelen salmodiar, no sin solemnidad, el canto de gracia por los primeros brotes que han germinado bajo la nieve. En medio de la ceremonia, en el momento menos pensado, irrumpen unos personajes muy particulares, que algunos etnólogos han llamado clowns.

Como los clowns, estos personajes se visten de manera estrafalaria. Aunque, a decir verdad, no están vestidos, sino desnudos y ni siquiera desnudos, sino pintados con rayas blancas y negras. Son grandes bromistas, expertos en chistes y burlas, por momentos de pésimo gusto. Les encanta torcer las palabras, invirtiendo sonidos o comiéndose sílabas, para transformarlas en insultos, obscenidades, blasfemias. Poseen un talento sin igual para ingerir un sapo sin masticarlo, caminar sobre carbones encendidos sin quemarse o sumergir el brazo en una olla con agua hirviente, quejándose por lo fría que está.

Mientras el jefe del clan del Antílope eleva una plegaria en honor a los dioses de la lluvia y las mujeres espolvorean la plaza con harina de maíz negro y los hombres ejecutan una danza vestidos con toda la parafernalia, estos bromistas se revuelcan en el barro, salpicando al público, sin la menor consideración, sobre todo si entre los espectadores se encuentra alguna muchacha o muchacho que atiza su lascivia. No vacilan en exhibir sus partes pudendas y, en algunas ocasiones, llegan a toquetearse, orinar o defecar a la vista de todos, para luego lamer su propia orina como un perro o ingerir sus propias heces como si se tratara de un manjar. El público ríe, pero con una risa que confina por momentos con el terror, el horror y la repulsión.

En realidad, estos mal llamados clowns son intermediarios entre el mundo de arriba y el mundo de abajo. No buscan simplemente hacer reír, sino entregar los mensajes de los dioses a los hombres y encaminar los mensajes de los hombres hasta los dioses. Para facilitar esta comunicación, han de poner lo más alto en lo más bajo y lo más bajo en lo más alto. Transgreden lo que está estrictamente prohibido. Mezclan lo que está separado: la carcajada y el llanto, la alegría y el pánico, el excremento y la oblación. Recuerdan a los hombres que existe un orden sobrenatural que rige el universo, que no se puede controlar y al que, para ganar su simpatía, conviene someterse.

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*   *

Pendant la Danse des Haricots, qui se pratique à Hasuwawa, deux jours avant l’équinoxe de printemps, les membres du clan de l’Antilope ont coutume de psalmodier, avec force solennité, le chant d’action de grâce pour les premières pousses qui ont germé sous la neige. Au beau milieu de la cérémonie, au moment le plus inattendu, font irruption des personnages bien particuliers, que certains ethnologues ont nommé clowns.

Tout comme les clowns, ces personnages s’habillent de façon extravagante. Bien que, à dire vrai, ils ne sont pas habillés, mais nus et même pas nus, mais peinturlurés de rayures blanches et noires. Ce sont de grands farceurs, experts en calembredaines et calembours, parfois du plus mauvais goût. Ils adorent tordre les mots, inverser les sons ou avaler les syllabes, pour les transformer en insultes, obscénités, blasphèmes. Ils possèdent un talent inégalé pour ingurgiter un crapaud sans le mâcher, marcher sur des charbons ardents sans se brûler ou plonger le bras dans une marmite d’eau bouillante tout en se plaignant qu’elle est trop froide.

Tandis que le chef du clan de l’Antilope adresse une supplication aux dieux de la pluie, et que les femmes jonchent la place de farine de maïs noir, et que les hommes exécutent une danse dans leur accoutrement, ces sacrés farceurs se vautrent dans la boue, éclaboussant le public, sans la moindre considération, surtout si parmi les spectateurs se trouve une jeune fille ou un jeune homme qui attise leur lascivité. Ils n’hésitent pas à exhiber leurs parties honteuses et, parfois, ils vont jusqu’à se tripoter, uriner, déféquer à la vue de tous, pour lécher ensuite leur propre urine comme des chiens ou ingérer leur propre matière fécale comme s’il s’agissait là d’un met délicieux. Le public rit, mais d’un rire qui confine parfois à la terreur, l’horreur et la répulsion.

En réalité, ces êtres, que l’on appelle à tort clowns, sont les intermédiaires entre le monde d’en haut et le monde d’en bas. Ils ne cherchent pas simplement à faire rire, mais à remettre aux hommes les messages des dieux, et à acheminer auprès des dieux les messages des hommes. Pour faciliter cette communication, ils doivent placer le plus haut en bas, et porter le plus bas en haut. Ils transgressent ce qui est strictement interdit. Ils mêlent ce qui est séparé : les larmes et les éclats de rire, l’allégresse et la fièvre panique, les fèces et l’oblation. Ils rappellent aux hommes qu’il existe un ordre surnaturel qui régit l’univers, que l’on ne peut contrôler, et auquel il convient de se soumettre, afin de gagner sa sympathie.

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18
Abr
13

18 de abril: religiones imperfectas

Los habitantes de Snowflakes adoran a un trío de dioses con serios problemas tímicos.

Kowa creó el mundo y al terminar su trabajo, la vida ociosa le dio tanta desazón, que terminó metiéndose en la cama, dispuesto a dejarse morir. Dado que es inmortal, no sucumbió, pero terminó sumiéndose en una melancolía eterna, cada vez más profunda, perdiendo peso de una manera alarmante, hasta transformarse en un dios piel y huesos, casi imperceptible.

A Owi, su esposa, no le fue mejor. Desde el episodio depresivo de Kowa, no deja de deambular por el inframundo, arrancándose los pelos, rasgando sus vestiduras, golpeándose la cabeza contra las paredes, no sin preferir alaridos que hacen temblar la tierra, abriendo grietas que se tragan árboles, chozas, hombres, coyotes. Por más que hayan pasado más de diez mil años, no ha logrado todavía hacer el duelo de esta pérdida, rehaciendo su vida sentimental, enamorándose de otro dios.

Por su lado, Wistha-hí, divinidad hermafrodita, por la mañana hermano y por la noche hermana de Kowa y de Owi, tiene graves problemas de autoestima. Kowa le pidió que lo ayudara a crear el mundo, ocupándose de poblarlo con plantas y animales. Wistha-hí obedeció, no sin fervor y entusiasmo. Pero, ni bien hubo terminado, se arrepintió profundamente de su obra, y, desde entonces, no deja de hacerse amargos reproches por haber dado existencia a un mundo tan defectuoso. Se odia por haber creado ciertos hongos venenosos que pueden recogerse en los valles, durante la estación de las lluvias y que provocan la muerte de quien los ingiere, en menos de una hora. Se detesta por haber llenado el mundo de animales dañinos, como el lobo, el escorpión o el hombre blanco. Considera que otro dios, en su lugar, hubiera sido mucho más profesional. A lo mejor tiene razón.

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*   *

Les habitants de Snowflakes adorent un trio de dieux qui ont de graves problèmes thymiques.

 Kowa créa le monde et une fois son labeur achevé, la vie oisive lui causa tant de mécontentement qu’il finit par se mettre au lit, bien disposé à se laisser mourir. Comme il est immortel, il ne succomba pas, mais il finit par sombrer dans une éternelle mélancolie, de plus en plus profonde, et il perdit du poids d’une façon alarmante, au point de se transformer en un dieu avec la peau sur les os, à peine perceptible.

 Owi, son épouse, ne connut pas une meilleure fortune. Depuis l’épisode dépressif de Kowa, elle passe son temps à déambuler dans l’infra-monde, s’arrachant les cheveux, se tapant la tête contre les murs, poussant des hauts cris qui font trembler la terre, au point d’ouvrir des failles où s’engouffrent arbres, huttes, hommes, coyotes. Même au bout de plus de dix mille ans, elle n’a pas réussi à faire le deuil de cette perte et à refaire sa vie sentimentale en tombant amoureuse d’un autre dieu.

 Wistha-hí, divinité hermaphrodite, frère le matin et sœur la nuit de Kowa et d’Owi, a de sérieux problèmes de confiance en soi. Un beau jour, Kowa lui demanda de l’aider à créer le monde en se chargeant de le peupler de plantes et d’animaux. Wistha-hí lui obéit, non sans ferveur et enthousiasme. Mais à peine son œuvre accomplie, il s’en repentit profondément et, depuis, ne cesse de se faire d’amers reproches pour avoir fait exister un monde si défectueux. Il se déteste car il a créé des champignons vénéneux que l’on peut ramasser dans les vallées, pendant la saison des pluies, et qui provoquent la mort de quiconque les ingère, en moins d’une heure. Elle se hait car elle a peuplé le monde d’animaux nuisibles, comme le loup, le scorpion ou l’homme blanc. Il considère qu’un autre dieu, à sa place, eût été beaucoup plus professionnel. Sans doute n’a-t-elle pas tort.

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14
Abr
13

14 abril: leyes de la hospitalidad salvaje

Cuando un forastero llega a los parajes de Foothills, los nativos dejan de hacer lo que estaban haciendo para darle la bienvenida, saludándolo con una graciosa reverencia. Le preguntan de dónde viene, cómo es su país, cómo van sus cosas, cómo está su familia. Le preparan un lugar mullido donde pueda sentarse, a la sombra de un árbol. Le traen de comer exquisitos manjares y bebidas preparadas con esmero.

Una vez terminado este ágape, llega un niño sosteniendo una hoja de palmera, cubierta de hormigas rojas, que apoya sobre el regazo del forastero. Si el extranjero rechaza este regalo, apartando la hoja o poniéndose de pie, los habitantes lo invitan a tomar asiento de nuevo. Mientras el forastero protesta, los hombres más fuerte de la tribu le atan los miembros. Si ofrece resistencia, lo amenazan de muerte. No le queda más remedio que dejar hacer.

Formando un círculo en torno del extranjero, los habitantes de Foothills observan a las hormigas caminando por la piel. Cuando una lo pica, haciéndole proferir un quejido, gritan también ¡ay!, gimoteando tu sufrimiento es nuestro sufrimiento. Cuando una se cae al suelo, la levantan con una palito y la vuelven a depositar sobre el brazo, la pierna o el cuello. Mientras el pobre hombre se retuerce de dolor, los habitantes lloran amargamente.

Al cabo de un tiempo, llega otro niño con una rama de ciprés, que sacude delicadamente sobre el cuerpo maltrecho del forastero, a fin de espantar a las hormigas. Los mismos hombres que lo ataron, lo desatan. Mientras las mujeres le untan ronchas y picaduras con un bálsamo reparador, el jefe supremo le da palmaditas en la espalda, diciendo con una voz quebrada por la emoción: ¡Hermano mío, mi casa es tu casa, mi padre es tu padre, mis hijos son tus hijos, mi mujer es tu mujer! Los rostros de los indígenas resplandecen de alegría.

El forastero  ya puede ser considerado como un verdadero miembro de la tribu.

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Lorsqu’un étranger arrive dans les alentours de Foothills, les indigènes cessent de faire ce qu’ils étaient en train de faire pour lui souhaiter la bienvenue en le saluant avec une gracieuse révérence. Ils lui demandent d’où il vient, comment est son pays, comment vont les affaires, comment se porte la famille. Ils lui ménagent une place confortable, pour qu’il s’asseoie, à l’ombre d’un arbre. Ils lui apportent des mets exquis et des boissons préparées avec soin.

Une fois ces agapes terminées, un enfant se présente, portant une feuille de palmier couverte de fourmis rouges, qu’il pose sur le giron de l’étranger. Si l’étranger refuse ce présent en repoussant la feuille ou en se mettant debout, les gens du cru l’invitent à se rasseoir. Tandis que l’étranger proteste, les hommes les plus forts de la tribu lui attachent les membres. S’il offre une résistance, ils le menacent de mort. Il doit laisser faire ; il n’a pas le choix.

Tout en formant un cercle autour de l’étranger, les habitants de Foothills observent les fourmis marcher sur sa peau. Quand une fourmi le pique, lui faisant pousser un gémissement, ils crient également aïe !, tout en geignant ta souffrance est notre souffrance. Quand une fourmi tombe par terre, ils la recueillent avec un petit bâton et la reposent sur le bras, la jambe, ou le cou de l’étranger. Pendant que le pauvre homme se tord de douleur, les habitants pleurent amèrement.

Au bout d’un moment, un autre enfant se présente avec une branche de cyprès qu’il secoue délicatement sur le corps mal en point de l’étranger, afin de chasser les fourmis. Les mêmes hommes qui l’avaient attaché le détachent. Tandis que les femmes lui tartinent boursouflures et piqûres avec un baume réparateur, le chef suprême lui donne de petites tapes dans le dos, tout en disant, d’une voix brisée par l’émotion : mon frère, ma maison est ta maison, mes enfants sont tes enfants, mon épouse est ton épouse. Les visages des indigènes resplendissent d’allégresse.

L’étranger peut désormais être considéré comme un véritable membre de la tribu.5- american%20indian%20tribe%20map

10
Abr
13

10 de abril: horda primitiva

Cerca de Hat Mountain fue descubierto, no hace mucho, uno de los pueblos más atrasados, por no decir el más atrasado, que existe actualmente en nuestro planeta. Aislado del resto de la humanidad por desfiladeros infranqueables, ha conservado en un estado de pureza excepcional costumbres que desaparecieron de la faz de la tierra desde hace miles y miles de años. Los naturales de Hat Mountain son verdaderos fósiles vivientes de la infancia del hombre.

No conocen la propiedad privada ni la familia. No construyen casas ni chozas. No practican ni la pesca ni la caza ni la agricultura ni la domesticación de animales. Desconocen la religión, aún en sus formas más rudimentarias, como así también la alfarería o el arte. No saben fabricar arcos ni flechas, ni encender fuego o cocer alimentos.

Como en la prehistoria, los naturales de Hat Mountain viven en pandillas, gobernadas por un patriarca tiránico que goza de todas las hembras y expulsa a los machos más jóvenes, una vez alcanzada la edad de madurez sexual, a fin de evitar toda rivalidad o pendencia.

La tiranía del patriarca suele declinar por sí sola. Aquel monstruo implacable que goza de todas las mujeres, se convierte, con el paso del tiempo, en un viejito enclenque, harto gastado por los excesos cometidos durante su juventud, que apenas sí puede dar un paseo matinal, con sus piernitas flacas y torcidas, apoyándose en un palo. (Los naturales de Hat Mountain desconocen lo que es un cayado o bastón, que corresponde a un estado más avanzado de la civilización, ni mucho menos las muletas o la silla de ruedas eléctrica con control remoto, invenciones que solo se encuentran entre los pueblos en la vanguardia del progreso).

El caso es que las damas de Hat Mountain acuden incesantemente a solicitar sus favores, en recuerdo de las hazañas de antaño, tan celebradas por mito, sagas y chismes. El venerable anciano les ruega encarecidamente que lo dejen tranquilo. Pero las damas vuelven a acometerlo con sus proposiciones, caricias y toqueteos. El pobre hombre las rechaza, amenazándolas con un puño cerrado, no sin vehemencia, esfuerzo que lo deja extenuado, durante horas.

Con la esperanza de atizar la lumbre del deseo, las más jóvenes le sirven, una vez al año, raíces afrodisíacas, que el geronte se pone a chupar, con sus encías desdentadas. Lamentablemente, una vez terminado el banquete, el viejo se echa a dormir, para gran decepción de estas vírgenes. En medio de la noche, cuando se despierta sobresaltado por algún sueño, consagra una chispa de su energía libidinal, no a la fornicación que podría hacerle estallar alguna arteria, sino al reprensible vicio que perdió a Onán.

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 Près de Hat Mountain, on a découvert, il y a peu, un des peuples les plus arriérés, pour ne pas dire le plus arriéré, qui existe actuellement sur notre planète. Isolés du reste de l’humanité par des canyons infranchissables, ils ont conservé, dans un état de pureté exceptionnel, des coutumes qui ont disparu de la face de la terre depuis des milliers d’années. Les natifs de Hat Mountain sont de véritables fossiles vivants de l’enfance de l’homme.

Ils ne connaissant ni la propriété privée ni la famille. Ils ne construisent ni maisons ni huttes. Ils ne pratiquent ni la pêche ni la chasse ni la domestication des animaux. Ils ne savent rien de la religion, même dans ses formes les plus rudimentaires, pas plus que de la poterie ou de l’art rupestre. Ils ne savent fabriquer ni arcs ni flèches, ni allumer le feu ou cuire les aliments.

Comme au temps de la préhistoire, les natifs de Hat Mountain vivent en bandes, gouvernées par un patriarche tyrannique qui jouit de toutes les femelles et expulse les mâles plus jeunes que lui, dès qu’ils ont atteint l’âge de maturité sexuelle, afin d’éviter toute rivalité ou querelle.

En général, la tyrannie du patriarche décline naturellement. Ce monstre implacable qui jouit de toutes les femmes se transforme, au fil du temps, en un vieillard chétif, passablement abîmé par les excès commis pendant sa jeunesse, à tel point que c’est à peine s’il peut encore faire une promenade matinale, avec ses guibolles maigrichonnes et toutes tordues, en s’appuyant sur un bout de bois. (Les natifs de Hat Mountain ignorent ce que c’est qu’une canne ou un bâton, qui correspondent à un état plus avancé de la civilisation, et que dire des béquilles ou de la chaise roulante avec télécommande, inventions que l’on ne trouve que parmi les peuples à l’avant-garde du progrès).

 Le fait est que les dames de Hat Mountain viennent sans cesse solliciter ses faveurs, en souvenir des prouesses d’antan, louées par des mythes, sagas et commérages. Le vénérable vieillard les supplie de le laisser tranquille. Mais les dames le harcèlent de plus belle avec leurs propositions, caresses et tripotages. Le pauvre homme les repousse, en brandissant un poing fermé, les menaçant avec force véhémence ; effort qui le laisse exténué, des heures durant.

Dans l’espoir d’attiser la flamme du désir, les plus jeunes lui servent, une fois par an, des racines aphrodisiaques que le géronte se met à suçoter avec ses gencives édentées. Malheureusement, une fois le banquet terminé, le vieux tombe endormi, au grand dam de toutes ces vierges. Au milieu de la nuit, quand un rêve quelconque le réveille en soubresaut, il consacre une des ultimes étincelles de son énergie libidinale non pas à la fornication ce qui pourrait faire éclater une de ses artères, mais au vice répréhensible qui causa la perte d’Onan.

4- Mapa

08
Abr
13

8 de abril: religiones imperfectas

Honalala, la divinidad venerada por los naturales de Morgan Cliff, es un dios de buena voluntad, siempre predispuesto a ayudar a los hombres, pero bastante torpe, al que hay que hacerle continuamente ofrendas, a fin de que se abstenga de intervenir en el curso del mundo, puesto que, cuando actúa, hay que prepararse para lo peor. Los habitantes de Morgan Cliff le piden encarecidamente que no haga llover (puede llegar a provocar inundaciones). Que no haga crecer al maíz (es capaz de hacer crecer una selva espesa, poblada de serpientes). Que no haga fecundos a los esposos infértiles (las madres pueden llegar a parir fetos con piel de cactus).

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Honalala, la divinité vénérée par les natifs de Morgan Cliff, est un dieu plein de bonne volonté, toujours disposé à aider les hommes, mais assez maladroit, à qui il faut faire continuellement des offrandes pour qu’il s’abstienne d’intervenir sur le cours du monde car, dès qu’ il entre en action, il faut s’attendre au pire. Les habitants de Morgan Cliff lui demandent que, de grâce, il ne fasse pas pleuvoir (il peut en venir à provoquer des inondations). Qu’il ne fasse pas pousser le maïs (il est capable de faire pousser une forêt dense, peuplée de serpents). Qu’il ne rende pas féconds les époux stériles (les mères peuvent en venir à accoucher de fœtus couverts d’une peau de cactus).

3- Mapa

04
Abr
13

4 de abril: prisma de colores primitivos

Atlas de costumbres salvajes de Norteamérica

Para los pobladores de Tangerine Road, el mundo es una totalidad y resulta aberrante concebir las cosas, como hacemos nosotros, separando, por ejemplo, colores, puntos cardinales, animales, plantas, dioses, estados meteorológicos, virtudes y vicios de los hombres. Las cosas forman bloques y los bloques forman un mundo compacto, donde todo está ligado, como por un tendón.

Si le preguntamos a uno de estos nativos de qué color es aquel pájaro negro que está ahí, cantando en ese árbol, señalando con el índice un estornino posando en las ramas de una encina, nos mirará perplejo y al cabo de un tiempo de reflexión, dirá, no muy seguro de sí mismo: qua-ta-ha, palabra que no podemos traducir simplemente por negro, sino también ladronzuelo de cerezas, lienzo laboriosamente urdido por las diosas, torbellino de polvo que viene del oeste, prudencia, tal vez, tu padre quiere verte antes de morir.

Y si le preguntamos de qué color es aquel otro pájaro negro que se encuentra graznando, allá, en aquel otro árbol, mostrando un cuervo encaramado entre las ramas de otra encina, nos dirá con la misma incertidumbre: wa-thi-hou, es decir, negro, pero a la vez, medusa emplumada, resina vomitada por los dioses, viento del norte, nigromante, infortunio, nunca más, a mí tampoco me gusta.

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Atlas de mœurs et coutumes sauvages d’Amérique du Nord

Pour les habitants de Tangerine Road, le monde est un tout et il est aberrant de concevoir les choses, comme nous le faisons, en distinguant les couleurs, les points cardinaux, les animaux, les plantes, les dieux, les situations météorologiques, les vertus et les vices des hommes. Les choses constituent des blocs et les blocs constituent un monde compact, où tout est lié, comme par un tendon.

Si l’on demande à l’un de ces indigènes de quelle couleur est cet oiseau noir qui est en train de chanter, là, sur cet arbre, en indiquant de l’index un étourneau qui est posé sur les branches d’un chêne, il nous regardera perplexe et, au bout d’un temps de réflexion, il dira, pas très sûr de lui : qua-ta-ha, mot que l’on ne peut pas traduire simplement par noir, mais aussi par chapardeur de cerises, toile laborieusement tissée par les déesses, tourbillon de poussière qui vient de l’ouest, prudence, peut-être, ton père veut te voir avant de mourir.

Et si l’on lui demande de quelle couleur est cet autre oiseau noir qui croasse, sur cet autre arbre, là-bas, en montrant un corbeau perché dans les branches d’un autre chêne, il nous dira avec la même incertitude : wa-thi-hou, c’est-à-dire, noir, mais en même temps, méduse à plumes, résine régurgitée par les dieux, vent qui vient du nord, nécromancien, calamité, plus jamais, moi non plus je n’aime pas ça.

Traduction: Stéphanie Decante.

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02
Abr
13

2 de abril: tesoros de la lengua salvaje

Atlas de costumbres salvajes de Norteamérica

“Hay que colocarse del lado del error para conducirlo hasta la verdad”.

Wittgenstein. Observaciones sobre la rama dorada de Frazer.

En la lengua de los habitantes de Oak Canyon no existe la palabra tiempo, como así tampoco formas gramaticales, construcciones, expresiones o partículas para referirse a la temporalidad. Sus verbos, siete veces más numerosos que en cualquier otra lengua, ignoran por completo la expresión del pasado, del futuro, del presente, como así también la duración, el cambio, la repetición, el principio o el final. Ahí donde la mayoría de las lenguas se contentan, para expresar lo que sucede ahora, antes o después, con declinar un solo y escuálido verbo —o en su defecto, la compañía paternalista de un verbo auxiliar—, la lengua oakcañonense propone, por lo menos, tres verbos diferentes. El pasado, el presente y el futuro son acciones distintas y no una misma acción suspendida a un presente que se deshilacha, sin cesar, patéticamente, entre pasado y  futuro.

La forma que adopta el mundo es la forma murmurada por el lenguaje. ¡Qué alivio ha de ser vivir en un mundo sin tiempo! Los habitantes de Oak Canyon desconocen engorroso problema de definir algo que, cuando no me lo preguntan, sé lo que es, pero cuando me lo preguntan, dejo de saberlo. Tampoco se dejan tiranizar por un déspota tan caprichoso como ese fue ya no es, ese ahora que dejó de ser, ese será que aún no es y que cesará de ser, ni bien sea.

Pueblo sin historia ni porvenir, y no por ello menos feliz, los oakcañonense ignoran por completo lo que significa llegar tarde a una cita, olvidarse de un cumpleaños, perder la lozanía de la juventud, esperar con impaciencia a que termine el invierno. No distinguen el anciano del adulto, ni el adulto del niño. Recuerdos y olvidos, pronósticos y profecías les son extraños. Viven por vivir y no pensando, o negando, todo el tiempo, lúgubremente, que van a morir.

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Atlas de mœurs et coutumes sauvages d’Amérique du Nord

Il faut se mettre du côté de l’erreur pour la conduire jusqu’à la vérité

Wittgenstein, Observations sur le rameau d’or de Frazer.

 Dans la langue des habitants de Oak Canyon, le mot temps n’existe pas, pas plus que les formes grammaticales, tournures, expressions ou particules pour se référer à la temporalité. Ses verbes, sept fois plus nombreux que dans n’importe quelle autre langue, ignorent tout de l’expression du passé, du futur, du présent, de même que de la durée, du changement, de la répétition, du commencement ou de l’achèvement de l’action. Là où la majorité des langues se contentent, pour exprimer ce qui a lieu maintenant, avant ou après, de décliner un seul verbe malingre – ou à défaut, de recourir à la compagnie paternaliste d’un verbe auxiliaire – la langue oakcanyonaise dispose d’au moins trois verbes différents. Le passé, le présent et le futur sont des actions distinctes, et non une seule action suspendue à un présent qui s’effiloche continuellement entre passé et futur.

La forme qu’épouse le monde est celle-là même que murmure le langage. Quel soulagement de vivre dans un monde sans temps ! Les habitants de Oak Canyon ne connaissant pas l’embarrassant problème de définir quelque chose dont, quand on ne me le demande pas, je sais ce que c’est, mais qui, quand on me le demande, m’échappe. Ils ne se laissent pas non plus tyranniser par les caprices de ce naguère qui n’est plus, ce maintenant qui a cessé d’être, ce plus tard qui n’est pas encore et qui cessera d’être au moment même où il aura été.

Peuple sans histoire ni avenir, mais pas pour autant moins heureux, les oakcanyonais ignorent tout de ce que signifie arriver en retard à un rendez-vous, oublier un anniversaire, perdre la fraîcheur de la jeunesse, attendre avec impatience que finisse l’hiver. Ils ne font pas la distinction entre le vieillard et l’adulte, ni entre l’adulte et l’enfant. Souvenirs et oublis, pronostics et prophéties leur sont étrangers. Ils vivent pour vivre et non en pensant, ou en niant tout le temps, lugubrement, qu’ils vont mourir.

Traduction: Stéphanie Decante.

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Autor/Auteur

DIEGO VECCHIO, Buenos Aires, 1969. Reside en Paris desde 1992.

Publicó "Historia calamitatum" (Buenos Aires, Paradiso, 2000), "Egocidio: Macedonio Fernández y la liquidación del yo" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2003), "Microbios" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2006) y "Osos" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2010).

Contacto: dievecchio@gmail.com

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