Archivo de diciembre 2007

26
Dic
07

Mercredi 26 décembre: nouvelles du monde des ours

Fabriquer soi-même son nounours

Longtemps après les enfants canadiens et américains, c’est au tour des petits Français de pouvoir fabriquer eux-mêmes le nounours de leurs rêves. «L’atelier Nounours» a ouvert ses portes, à l’automne, aux Galeries Lafayette, boulevard Haussmann, à Paris, et dans les douze boutiques Vertbaudet de province.

Il propose 35 modèles différents de peluches, toutes vides (25 euros l’une) – des oursons, mais aussi une tortue, un chiot, une grenouille, un lionceau, un koala… -, que l’enfant remplit de mousse, grâce à une machine à pédale qu’il actionne lui-même. Il peut ainsi obtenir le moelleux qu’il aime.

La peluche ayant vu le jour, on lui délivre un certificat de naissance. Après quoi, le chérubin peut choisir de l’habiller en pompier, en ballerine, en pirate… (entre 6 et 15 euros le vêtement). Enfin, il fait broder le message qu’il souhaite, ou le nom de son nouveau jouet, sur la petite tenue (5 euros) : l’intervention est très rapide, grâce à la présence dans l’atelier d’une brodeuse numérique.

Pour terminer de personnaliser ce jouet, l’Atelier Nounours propose de glisser dans le petit corps une puce sonore en forme de coeur, qui permet à l’enfant d’enregistrer sa voix ou une chanson, et même d’en changer une fois de retour à la maison (8 euros l’option).

Conçu comme un ami pour la vie, ce nounours-là ne plaît pas seulement aux tout-petits. «Le coeur avec sa puce enregistrable plaît tout particulièrement aux amoureux qui s’adressent, par nounours interposé, un mot doux», raconte Johanne Bertin, associée de Julien Lascar, le créateur du concept de l’Atelier Nounours. «Nous avons même eu ce jeune homme qui a fait sa demande en mariage via un petit tigre blanc, l’animal préféré de sa dulcinée», précise-t-elle.

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LAINE CARDÉE, YEUX DE VERRE

L’Atelier Nounours, qui a le vent en poupe après seulement trois mois d’existence en France, s’inspire de l’Américain Build-a-Bear, une grande chaîne qui possède dix ans d’expérience et trois boutiques actuellement en banlieue parisienne (Arcueil dans le Val-de-Marne, Vélizy dans les Yvelines et la Défense dans les Hauts-de-Seine).

Pour les amoureux de jouets à l’ancienne, la boutique Pain d’épice, passage Jouffroy, dans le 9e arrondissement de Paris, propose des kits nounours incroyables : avec des fourrures de mohair ou de laine cardée, des yeux de verre, des articulations et des billes de lestage…

Reste à bien savoir tirer l’épingle. Mais la maison organise des stages pour les candidats à un loisir créatif d’un nouveau genre. Après les adultes et les ados, ces stages s’ouvriront aux petites filles ou aux petits garçons de 10 ans, dès la fin janvier 2008.

Le Monde, 25/12/2007

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24
Dic
07

Lunes 24 de diciembre: cuento de navidad

CUENTO DE NAVIDAD SOBRE UN CUENTO DE NAVIDAD (por A. Maro)

(dedico este cuento a un hombre que contó mucho en mi vida; era tan peludo que le decía de niña que era un oso y él, que los amaba, me decía que «sí, efectivamente y que por eso era tan fuerte»; dedico este cuento, que no es realmente cuento, a todos los seres peludos de la tierra y en particular a la tribu de los bears)
Unos días antes de Navidad, me entra una melancolía inmensa pues pienso en la pobreza de mi infancia, en el frío que pasaba, pero en aquel entonces no lo sentía como ahora al recordarlo, porque estaba con mi padre, que amaba tanto, mi padre que nos contaba historias y nos hacia reír. Cada año, desde que soy niña, se me ocurren las mismas cosas, me vienen los mismos recuerdos, las mismas ansias y los mismos deseos cuando se acerca Navidad. Esta mañana, cuando me levanté, pensé en el libro que leía y que leo por estos días, desde que lo descubrí, deletreando. No sé ni por qué lo leo porque lo conozco de memoria; no sé por qué se siente la necesidad de releer los mismos libros, por qué de pronto nos entra la locura de leer inmediatamente una novela que debe de estar en tal rincón de la biblioteca y enloquecemos porque no la encontramos y salimos corriendo a comprarla otra vez, porque pudo con nosotros la impaciencia; en fin, quería decirles que esta mañana, cuando me levanté, comprendí por qué había elegido las modalidades de mi suicidio con tanta precisión; no había caído en que era una reescritura de un cuento que me obsesiona y leo todos los años en este período. Aburrida del espectáculo de la vejez espantosa de ese hombre peludo que amaba hasta el delirio, me prometí no esperar tanto como él y decidí determinar yo misma mi partida, el día en que me aburriera la vida y estuviera en condición de darme cuenta de ello : me place la idea de que la Parca no venga a por mí sino que vaya yo a por ella, como se iría a recoger a la estación a una amiga que viene de visita.
Al lado de mi casa hay un sendero muy lindo que sigue los lazos caprichosos del torrente, va trepando hacia las alturas y el bosque, cada vez más oscuro y compacto; de vez en cuando el sendero se aparta del río pero se siguen oyendo sus rugidos; a veces hay que cruzar el río saltando de piedra en piedra : qué alegría me da siempre; es un río de montaña bastante salvaje que se llama en viejo dialecto montañés “La Roize”, es decir,»la rabia». Decidí irme por ese sendero un día de temporal con nieve cerrada, cierzo y helada; me iré al atardecer cuando el aire se vuelva azulete, vestida bastante ligera, sin botas pero con un pañuelo en la cabeza; cuando me haya adentrado lo suficiente para que nadie me moleste, me tumbaré contra un árbol, en un rincón que me guste y esperaré pensando en los que amo…Alguien a quien le cuento esto me dice que «no debo amarlos tanto cuando me voy por ese sendero», lo que me da risa y alguna amargura; me iré durmiendo a pesar de los temblores de mi cuerpo poco a poco entumecido; luego me encontrarán, a la mañana, medio sepultada bajo la nieve con una sonrisa en los labios; la gente que se muere de frío queda risueña; me lo dijo mi padre en una velada de nochebuena.
Cuando era niña, mi hermano me trajo los cuentos de Andersen para las fiestas y una historia, en particular, me dejó en un estado de confusión inmensa; en casa no creíamos en nada y la palabra «Dios» la oía en boca de mi padre cuando se cagaba en él y en la puta virgen; un día quise imitarlo y dije una barbaridad sobre el «copón santo», en parte porque no sabia qué era ese «copón» y mi madre me pegó. Creo que comprendí ese día los misterios y la complejidad del pensamiento humano; no sabía quien era ese «Dios» pero sentía que mi padre ajustaba cuentas con él, que había un grave litigio entre los dos. Cuando acabé «La vendedora de fósforos» me sentí muy desorientada, porque se iba con su abuela «al reino de los cielos»…Ver cómo aparecían los manjares y cómo el pavo asado saltaba de la mesa del banquete, con el cuchillo clavado en la pechuga, hasta la calle me parecía natural. Ver cómo al encender un fósforo se imaginaba la niña, arropadita delante de la buena chimenea de una mansión no me extrañaba. Pero que una abuela muerta viniera a tomarla en sus brazos para llevarla hasta el «trono de Dios» (¿y qué era eso, eh?) me parecía algo incomprensible, una herejía, una vergüenza, algo supino… Fui a interrogar a mi padre porque nunca soporté no entender las cosas; lo veo como si fuera hoy; estaba leyendo el periódico y me dijo : «Eso del trono de Dios es una tontería porque Dios no existe. Solo cree en él la pobre gente que imagina cosas que no tienen sentido, aguantando así injusticias que no deberían aguantar, es una invención para que se quede quieta la gente»; pero no me desengañó diciéndome que el pavo y la chimenea tampoco eran posibles. La imaginación no era para mi padre un desvarío.
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La primera lectura de» La vendedora de fósforos» coincidió con un cuento de navidad de mi padre. En la velada de Nochebuena, nos contó que cuando estaba preso en un campo de concentración, esa noche, estaban él y sus compañeros acurrucados, durmiendo por el suelo, pegados los unos a los otros para no morirse de frío y casi sin comer. En la barraca en donde estaban los guardias y el jefe del batallón estaban festejando todos alegremente, comiendo y bebiendo; ya les habían venido a las narices olores insoportables de asados; a altas horas de la noche oían como los villancicos se volvían pastosos; de pronto, se hizo el silencio y pensaron que por fin podrían dormirse y distraer la angustia de estarse ahí muertos de hambre y de frío, lejos de sus casas, en donde estaban sus familias tristes, por su culpa, por su culpa, por su culpa, recordándolos. Estas familias arruinadas habían mandado, con mil sacrificios y ahorros, paquetes con embutidos, roscas de anís (que habían perfumado la carta familiar que «por suerte» decía papá no le tiraban siempre; como mi abuela era lista y conocía el alma humana ponía en el paquete algún jersey de lana que sabia que no le iban a robar, porque había cosido en el pecho un corazón de Jesús sobre las iniciales bordadas de su hijo, corazón de Jesús que mi padre luego cambiaba por un trozo de pan), algún turrón que se estaba comiendo la soldadesca que ya unos días antes le había dicho burlona a cada preso : «Eh, oye tú, ¡¡¡cuando le escribas a tu madre dile que todo estaba riquísimo y que hubiera tenido que mandar más!!!» En fin, que el silencio se hizo pero por desgracia no duró, pues llegaron varios soldados y a culatazos despertaron a los presos haciéndose un camino hasta un pobre chico, que se llamaba Quesada. Lo eligieron a él porque decían que era maricón.Yo no sabía qué significaba esta palabra. Pero comprendí confusamente de qué se trataba. Era un chico suave, paciente, que odiaba la violencia y jamás protestaba. Se divertían con él. Los soldados lo llevaron hasta el río, que quedaba al pie del caserón donde dormían: estaba completamente helado, cuajado, pues en aquella provincia las temperaturas son bajísimas en invierno. Le dijeron que cavara un hoyo en medio del río, y se rieron viendo como se resbalaba y se caía. El pobre chico abrió un agujero con el mismo pico con el que picaba piedras durante el día y se metió dentro, en fin, lo echaron a empellones…
Era una de las ocurrencias del jefe de batallón. Cuando estaba borracho, le entraba nostalgia y para alegrarse se la tomaba con un preso. Le daba gracia ver al preso con tembleques, carcajeándose, muerto de risa porque cuando uno se muere de frío, la boca tiene un rictus que se parece a la risa : es muy gracioso. Como tardaba en morirse y tenían frío, se volvieron a la barraca y se olvidaron de él; mientras se moría durante la nochebuena sus compañeros lo oían que decía con una voz que tiritaba, pero que se mantenía bastante firme para ser audible, una voz de vivo que sabe que se está muriendo : «Cadalso, me cago en tus muertos, me cago en tus muertos». Hubiera podido maldecirlo a él pero prefirió cagarse en sus muertos porque lo más sagrado que tienen los españoles son los muertos y las madres; los gitanos entre sus maldiciones dicen :»que te veas enterrando a tu gente». El jefe de batallón se llamaba Cadalso…Qué ironía tiene a veces el destino.
Al día siguiente los sacaron a todos a patadas mientras dormían, rendidos, con esa pesadilla de la voz que se apagó en la madrugada y los llevaron a la misa. El cura les recordó una vez más que eran unos rojos asesinos que irían al infierno y que se metieran en la cabeza que acababa de nacer el Redentor, que esa noche del 24 era noche de paz. Un preso murmullo al lado de mi padre :»si, sobre todo para el pobre Quesada.» Desde entonces hago una confusión entre ese cuento de mi padre y el cuento de Andersen…
Estos días me viene a rondar la vendedora de fósforos y el pobre Quesada que se murió cagándose en los muertos de un verdugo. Y quiero hacerme un regalo : cumplir uno de mis sueños; creo que si leí tanto ese cuento fue porque pensaba que los libros son mágicos y tenía la esperanza que por algún artificio sería diferente el final…Que una mano invisible y generosa lo habría cambiado. Sueño desde siempre que Andersen vuelve y cambia el curso de la historia y como tarda en llegar, para esta Navidad, decido, sin esperar más, para todos ustedes, para los osos peludos, para mí, que la niña de los fósforos no se muere y tiene un final feliz. Y que ya que el reino de los cielos no existe, vivimos por fin en un reino de la tierra.
Que esta nochebuena, miles de estrellas tracen líneas de fuego en sus ojos…
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17
Dic
07

lunes 17 de diciembre: historias para osos que no pueden dormir

Sexta entrega (por anabear)

– ¿Pero qué es esto? dice un niñito cabezón y con gafas.
– ¡Ni idea!, dicen en coro sus padres.
– ¡Qué extraño y qué lindo! —dice la voz melodiosa.
Observan admirativos aquella cabecita redonda, peluda, con orejitas bien plantadas, redondas también y que parecen tan suaves (dan gana de acariciarlas), el hocico pequeño y fino, la boquita muy cerrada y seria. Por encima de la sábana, descansan dos patas y las uñas desaparecen, escondidas en el pelaje pardo, con ricitos ensortijados (una espuma de pelitos que parecen las plumas de un pollito al salir del huevo).
La osa no sabe qué hacer. Sabe que si abre los ojos algo terminará ocurriendo fatalmente. Será el principio de la acción. Si se queda sin moverse, todo se demorará.
Quisiera que esa escena estuviera petrificada, como en una ilustración antigua, que cristaliza por los siglos de los siglos la boca abierta de un grito sin sonido. Tiene la tentación de quedarse así, a sabiendas que es imposible. El todo es decidir si se adelanta ella o si espera a que los otros hagan el primer paso. De manera espontánea ,sabe que hacer a veces el primer paso cambia el curso de una historia. Decide entonces abrir los ojos, que le arden y se le están llenando de lágrimas (pero no son solo lágrimas de pena, sino también lágrimas por el esfuerzo de mantener cerrados los ojos ). Por fin los abre. Se precipita la acción.
Los tres seres que la observan la miran como si descubrieran un fósil maravilloso y frágil. Están alrededor de la cama, en silencio, los dos grandes tomados por la cintura, el Padre humano medio risueño, la Madre humana, con una sonrisa levemente conmovida (las filiaciones se reconocen de manera innata y la osita sabe que son dos padres, así como se levanta el amor materno y protector de la madre humana). El pequeño, cabezón y con gafas (ahora lo descubre ella, después de nosotros) está al pie de la cama, asomado como a un balcón. Cuando lo ve se dice que es muy feo. Pero sabe que será muy importante para ella.

 

 

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(les dejo imaginar por qué. Y también por qué la osita no se levantó de un salto para huir por la ventana, como aquella niñita rubia del cuento que siempre me resultó odiosa. Siempre le tuve manía a las niñitas rubias. Siempre me parecieron pretenciosas y orgullosas, a fuerza de oír tantos elogios sobre sus bucles de oro. Con el paso de los años, muy pocas niñas conservan ese color dorado y, a medida que se les obscurece el pelo, se van hundiendo en la desesperación o la locura. Están tan convencidas de que el resplandor pasado deslumbraba a la gente que no les queda más remedio que teñirse para mantener aquella «gloria» con la ilusión de que sigue siendo natural . Tienen la impresión de no ser nada sin ese estandarte capilar. Pobres ellas que se reducen a un color cada vez más platinado, pobres Marilines, destinadas a los barbitúricos… Pero tal vez diga todo esto por puros celos y porque nunca nadie se fijó en mí, que soy una Osa tan parda…)

14
Dic
07

viernes 14 de diciembre: imágenes para osos que no pueden comer

10
Dic
07

Lunes 10 de diciembre: historia para osos que no pueden dormir

Quinta entrega (por anabear)

   ¡¡¡Osos!!!!! Los tengo un poco abandonados, sin embargo pensé mucho en ustedes, por las noches, sobre todo cuando no dormía, porque como ya lo habrán entendido, soy una osa insomne yo también. Cuando no puedo dormir me cuento historias, pero me desvela imaginarlas. Las  que más me sirven, son las que me conté cientos de veces, porque la imaginación (aunque en este caso ya no se trata de imaginación) se pone en piloto automático, sin esfuerzo ninguno. Cuando el insomnio llega a ser un dolor que aguijonea el cuerpo entero, me cuento una historia que de tanto habérmela contado me aburre muchísimo y de esta manera acabo por dormirme. Pero no les contaré ninguna de estas historias, porque sacarían conclusiones  apresuradas sobre hipotéticos frustraciones y deseos míos. No quiero que sepan demasiado lo que pasa por la mente de una Osa que ya vivió sus añitos. Freud hizo muchos estragos, sobre todo en Argentina y nos tiene a todos demasiado determinados : es un mete-su-hocico-en-todo.
Es muy eficaz eso de contarse siempre lo mismo, una historia muy bonita y con final feliz, donde somos el rey o la princesa Osa de un reino encantado, los hombres chivos no amenazan el alma de las niñas y los poetas son jueces y pierden la cabeza, en sentido propio, ¡zas !, como cortada por un machete.
Pero vuelvo a la historia de nuestra osita, con ricitos del principio. No llega a dormirse porque siente confusamente que le va a ocurrir algo que cambiará su vida. Se queda así, sin moverse, mirando las vigas del techo y el resplandor de la ventana frente a la cama. El sol declina. Oye la leña crepitar en la chimenea, de donde le llega un dulce calor anaranjado. De pronto oye unas voces que se acercan a la casa, voces alegres. Una es grave, la otra melodiosa y la tercera, un pelín aguda. Sigue sin moverse, no dice ni pío. Cierra los ojos y hace como si se durmiera, abandonándose por completo a lo que pueda suceder. Siente por todos sus poros que cuando esas personas entren en la casa, se darán cuenta de que alguien penetró en  su intimidad familiar, que les echó mano al chocolate.
Y efectivamente una voz llorona (¿de niño? ¿de niña?: el sexo no determina las voces al principio) se queja. No solo porque alguien se tomó su chocolate, sino porque también le rompieron la silla (que debía ser muy endeble y de mala calidad, esas sillas hechas en serie en almacenes daneses o suecos).La vozarrona grave y la voz dulce intercambian suposiciones, a la vez que consuelan la voz chiquitita. De pronto, la Osita con ricitos oye que se fijan en que la puerta del dormitorio, que habían cerrado al salir, ahora está abierta. La osa sabe que llegó el momento. Cierra muy fuerte los párpados, pero los relaja de inmediato para que el sueño parezca natural. (pero es imposible simular un sueño natural : cuando dormimos, todos somos muy feos; me di cuenta al ver como representaba el sueño Carriès, el escultor ceramista que representa a bebés dormidos con la boca abierta en una O aproximativa, con los mofletes tan lindos espachurrados en la cama,  por la postura horizontal y el relajamiento del cuerpo, la cara totalmente asimétrica y picassiana; cuando imitamos el sueño ponemos caras muy controladas de máscara mortuoria) La puerta chirría, tres sombras se proyectan (ella no las ve pero nosotros, sí), tres cuerpos se acercan y ella sabe que la vieron, porque oye un gritito ahogado de sorpresa…

(y como llegaron al momento cumbre del suspense, dejo la historia para que descanse, como el vino que se destapa una hora antes, para que exhale mejor sus tesoros durante la comida y para que sus mentes emprendan el camino de la reconstitución-reconstrucción prospectiva, tan grata al espíritu)

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03
Dic
07

Lundi 3 décembre: nouvelles du monde des ours

 

Soudan: l’institutrice condamnée à 15 jours de prison et à l’expulsion

 

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L’enseignante britannique jugée au Soudan pour insulte à l’islam a été condamnée jeudi soir par un tribunal de Khartoum à 15 jours de prison et à l’expulsion, a indiqué son avocat.
La Britannique était accusée d’avoir laissé des élèves de 6 à 7 ans donner le nom de Mahomet à un ours en peluche alors que toute représentation du prophète de l’islam est illicite. Elle était passible d’une peine de coups de fouet.
Cette institutrice britannique de 54 ans en fonction à l’Unity High School de Khartoum au Soudan, a été arrêtée dimanche chez elle et inculpée d’atteinte à l’Islam et de sédition, en vertu de l’article 125 du code pénal soudanais, à la suite de plusieurs plaintes de parents d’élèves auprés du Ministère de l’éducation soudanais.
L’histoire remonte en fait au mois de septembre, quand cette enseignante demande à ses élèves, agés de 6/7 ans, de choisir un nom pour l’ours en peluche de la classe. «Huit noms sortent de la bouche des enfants, dont Hassan, Abdullah et Mohammed», raconte le directeur de l’école Robert Boulos. Finalement, après un vote dans la classe, 20 enfants sur 23 ont choisit Mohamed comme prénom préféré. Mohamed est bien sûr le nom du prophète musulman, mais surtout un prénom très commun au Soudan. Les enfants ont ensuite réalisé un livre pour la classe avec la photo de l’ours suivit de la légende «Mon nom est Mohamed». L’ours lui-meme ne portait aucune étiquette avec ce nom, mais le problème est simplement celui de la représentation du prophète considérée comme une insulte à l’islam.
L’un des collègues musulmans de Gillian Gibbons, enseignant dans la même école au Soudan, a précisé qu’il la connaissait bien et qu’elle n’aurait jamais fait quoi que ce soit qui puisse être insultant envers une foi religieuse, «je regrette juste qu’elle ait demandé aux enfants de voter pour un nom», il ne s’agit selon lui que d’une «erreur innocente». Avis partagé par de nombreux élèves de l’institutrice qui la décrivent comme «très attentionnée envers ses élèves» et «qui ne parle jamais de religion en classe».
Rappelons que le prénom Mohamed est également le second prénom le plus donné en Grande Bretagne, il s’écrit de anglais de 14 façons différentes. Ce prénom souvent choisit par les familles musulmanes est une façon d’honorer le prophète (souvent donné au premier enfant d’une famille). Mais quelles sont les règles concernant l’utilisation de ce prénom? Peut-on par exemple le donner à un jouet? Il s’agit bien sûr d’une question d’interprétation.

Audrey Bastide
LIBERATION.FR : jeudi 29 novembre 2007

02
Dic
07

Domingo 2 de diciembre: historia para osos que no pueden dormir

 

Cuarta entrega, por anabear

 

Queridos Osos insomnes o dormilones (ser dormilón es el polo negativo del ser insomne; tengo a un amigo, llamado Marmoto, que duerme mucho; a veces me dice que se va a leer, pero en realidad se va a dormir; duerme unas siestas terribles que terminan preocupándome; veo las horas que pasan y pasan y me invade una impaciencia de mosca y como soy una persona optimista, me digo : ¿estará enfermo? ¿le habrá pasado algo?… cuando por fin sale de su antro y oigo su silbido, me siento aliviada; siempre me dice : « ¡Uuuuh! ¡Cuánto dormí! Me voy corriendo a mis quehaceres… ¡Qué tarde que se hizo! » Es esto lo que no llego a comprender : que una persona duerma a pierna suelta, sin escamotearse el tiempo y que luego se despierte apurada. ¿Dónde está la economía ? Una de las razones por las que duermo tan poco y tan mal es porque siempre consideré que era una pérdida de tiempo; mi abuela, que era osa sabia, decía : «Ya descansaremos bastante cuando estemos muertos »; eso mismo me digo yo desde que soy osita…)… sí, estaba diciéndoles, queridos Osos que duermen y que no duermen, que hoy no tengo ganas de contarles ninguna historia; aunque tuviera gafas y un mantón negro de lana, falda de cuadros azules y zapatillas y me meciera en una butaca y estuvieran todos sentaditos en el suelo, mirándome con ojos encandilados, esperando a que siga contándoles la historia de la Osita que no se llega a dormir o la primera o una tercera que se me ocurra, una abuela típica como las que aparecen en las ilustraciones clásicas o las cajas de bombones de chocolate de las pastelerías de pueblo, no lo haría, porque en días como hoy solo tengo gana de dormir para olvidarme de las cosas. De veras que no me sale nada hoy, ni tengo la más mínima idea de porqué la Osita con ricitos no llega a dormirse en esa cama tan acogedora, tras haberse bebido una tacita de chocolate lleno de magnesio y de leche caliente que facilita el sueño, a veces mejor que un té de tilo. Si la Osita logra a dormirse y la familia llega en breves instantes, la historia se acabará ahí. Y no tengo ganas de que se acabe. Creo que lo que me da más pena cuando empiezo a leer un libro es saber que ese libro tiene un final. Es posible que sea insomne porque sé que al otro día de todas maneras me voy a despertar y que acostarme me resulta totalmente inútil. Nosotros, los osos, tenemos una relación al sueño muy particular. Cuando hace buen tiempo, casi no dormimos. Vivimos concentrados en la preparación al sueño de la hibernación. Dormir es algo muy serio. Cuando sabemos que el frío atenúa nuestras fuerzas y que poco haríamos de nuestra vida, nos metemos en una cueva para olvidarnos de todo… Nos damos unos meses para dormir y luego se acabó. Y volvemos a la vida más fuertes que nunca. Cuando era osita, yo tenia la impresión que dormir era ensayar la muerte.
Buenas noches, amigos osos.
Y hasta pronto, para conocer el resto de la historia…

 

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Autor/Auteur

DIEGO VECCHIO, Buenos Aires, 1969. Reside en Paris desde 1992.

Publicó "Historia calamitatum" (Buenos Aires, Paradiso, 2000), "Egocidio: Macedonio Fernández y la liquidación del yo" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2003), "Microbios" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2006) y "Osos" (Rosario, Beatriz Viterbo, 2010).

Contacto: dievecchio@gmail.com

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